Al fin; parece que llega, lo han dicho en ese informativo en el que sonríen cuando mencionan “Urkullu”, en breve entraremos en el escenario post-pandemia. Podremos volver a consumir sin medida, llenar los estadios de fútbol al 60% y volver a hacer cola en el supermercado. Porque no nos engañemos, aunque pareciese que esta iba a ser diferente, como en todas las crisis que provoca el capital (o sea todas), siempre termina ganando el capital, que para eso las provoca.

Desde el principio de esta situación, a poco que nos fijemos, podemos ver cómo desde los medios de masas se ha estado reflejando una situación distorsionada de la realidad, y a base de insistir parece que se están haciendo con esta otra batalla del relato.

La cronología fue la siguiente, no nos olvidemos; primero cerraron los bares y otros establecimientos públicos, luego llego la orden de cierre por parte de la administración; primero cerraron los colegios y mandaron a todas las escolares a sus casas con sus aitites y amamas (población de riesgo) o a los parques a chupar columpios. Luego cerraron los parques, luego nos encerraron en casa, luego los baserritarras fuimos esenciales, luego quisieron prohibir los mercados al aire libre mientras la ciudadanía se agolpaba en los centros comerciales…. Llegó un momento en el que la extracción de plusvalía se resintió y entonces todos fuimos esenciales en nuestro derecho a ser explotados, no hubo ratio de contagios ni de fallecimientos más importantes que eso durante unas semanas; “no podemos entrar en coma económico” nos decían mientras justificaban saltarse todas las medidas preventivas que nos habían impuesto hasta entonces.

Pero también nacieron las redes de solidaridad vecinales, conseguimos garantizar el derecho a la alimentación sana y de calidad a través de los grupos de consumo, mercados, asociaciones y pequeño comercio; y también cuando aún no sabíamos de qué iba todo esto hubo mucha gente en la calle con el único afán de impulsar la solidaridad y el apoyo mutuo.

Salíamos a aplaudir a los balcones, más que nada porque necesitábamos saber que había alguien ahí fuera, tuvimos tiempo para pensar y reflexionar sobre las causas que nos habían traído a esta situación, y tuvimos tiempo también para hacer propósito de enmienda. Nunca más, tenemos que cambiar nuestro modelo, nos estamos cargando el planeta…

Pero el sistema es insistente, y una vacuna con una efectividad cuando menos dudosa va a ser la excusa para el pistoletazo de salida hacia la segunda parte del modelo que nos trajo aquí. Porque sobre todo tenemos ganas, tenemos muchas ganas de que todo vuelva a ser como antes y volver a sumergirnos en nuestra ilusión de confort, a volver a viajar a Cancún en nuestro asiento low cost para que la visión de alguien más pobre que nosotros sirviéndonos la mesa nos haga sentir otra vez clase media.

Pero de todos los procesos se aprende, y yo al menos de este me quedo con dos cosas, la primera es una enseñanza, la lección de que todas las personas que apostamos por la gestión colectiva en los diferentes aspectos sociales tenemos que seguir alimentando nuestro discurso e ideario, hacerlo realmente rupturista para que no pueda ser paralizado por el miedo.

Y la segunda una constatación, la de que a pesar del recorrido que nos falta tenemos una base firme, aquí estamos los mismos y más que en febrero de 2020, pensando y creando alternativas, organizando y defendiendo estas pequeñas islas que queremos sean referente de que otra manera de hacer las cosas es posible.

Osasuna, elikagi osasungarriak eta askatasuna!

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