Desde la defensa de “LES GALLINES” ( humanizadas hasta un punto en el que se supera el maltrato), hasta dinámicas con un supuesto contenido más intelectual como “Los Lunes sin Carne”, se está contribuyendo también a llevarse por delante una parte del sector ganadero que está desarrollando su trabajo desde la perspectiva de una ganadería ética, social y sostenible.
Un sector dedicado a la generación de la proteína energéticamente más barata producible en nuestro entorno, capaz de trabajar espacios impracticables para otro tipo de agricultura y que además contribuye de manera efectiva a la generación de abonos naturales para el desarrollo de otros alimentos.
Mientras tanto, la industria alimentaria, cada vez más centrada en ofrecernos productos ultraprocesados que buscan imitar los clásicos de los alimentos de origen animal en formato vegano, se hace de oro.
Los Burger King que ofrecen la Impossible Whopper han incrementado sus visitas desde que ofrecen la hamburguesa creada en los laboratorios de empresas como Impossible Foods o Beyond Meat.
Para ellos no solo resulta más barato fabricar una hamburguesa sin carne, sino que la rentabilidad es mayor que la del alimento original, y por supuesto, mucho mayor que reemplazar esta hamburguesa por verduras, cereales y legumbres frescas, cercanas y nutritivas.
El origen del modelo alimentario vegano, está siendo sustituido por ingredientes de muy bajo valor nutricional y materias primas baratas. La mejor hamburguesa de NO CARNE es el peor engrudo de extracto de proteínas, almidones y aceites vegetales.
Es sólo el exponentes de la facilidad que tenemos para cambiar un producto por otro sin variar el origen del mismo, para pasar de la cara A a la cara B del sistema mientras nos hacen pensar que practicamos una acción transformadora.
Una de las diferencias básicas entre los diferentes sistemas alimentarios es el modelo de producción; cuando hablamos de la ganadería que calienta el planeta, de esa que cría animales confinados, hacinados y sobre-medicados hablamos de ganadería intensiva. Cuando hablamos de un trato ético a los animales, de una actividad ligada al territorio y a la comunidad y de unos procesos que enfrían el planeta, estaremos hablando de ganadería y agricultura campesina.
La agricultura y ganadería intensiva ha sido capaz de desligar una actividad de la otra basándose en abonos químicos y alimentación animal concentrada y deslocalizada del territorio en el que se desarrolla. La agricultura campesina necesita la complementariedad de las dos actividades para el desarrollo de la producción.
Dicho de otra manera, si se generalizase el modelo de dieta que prescinde completamente de alimentos de origen animal, estaríamos condenadas a consumir verduras producidas con fertilizantes y otros insumos químicos.
En el plano personal sin embargo son completamente lícitas cualquiera de las dos opciones, pero, que la apuesta por la salud, por la sostenibilidad y por la ética para con los animales no sirva para engordar más aún el modelo causante de todo lo que queremos superar.