La semana pasada, la Generalitat de Catalunya denegó, aplicando el principio de precaución, el plan de la empresa británica Oxitec de liberar miles de moscas del olivo transgénicas. ¡Bien! ¡Un fuerte aplauso por esta valiente y sensata decisión!

La OX3097D-BOL, la mosca transgénica, debería quedarse de una vez en el laboratorio que la concibió. No podemos seguir jugando con la naturaleza y las inversiones deben dirigirse a buscar soluciones que no pongan en peligro la biodiversidad, el equilibrio ecológico del planeta y, por ende, la salud de las personas.

La empresa quería llevar a cabo un experimento durante un año y que ocuparía un área, cubierta con redes, de un máximo de 1.000 metros cuadrados, cerca de Tarragona. ¡Según los planes se liberarían hasta 5.000 moscas transgénicas por semana! La OX3097D-BOL incorpora en su ADN genes de organismos marinos, bacterias, virus y otros insectos. Una mosca del olivo mide entre 4 y 5 mm, así que imaginaros lo que podría significar controlar estos diminutos insectos.

La Generalitat ha concluido sabiamente que no se puede garantizar su confinamiento y Oxitec ha retirado su proyecto.

La mosca del olivo existe desde hace más de 2.000 años en la cuenca mediterránea y sin duda es la especie que más daños provoca a la producción olivarera. Entre otros factores, sus poblaciones alcanzan dimensiones preocupantes cuando se provoca un desequilibrio ecológico y esto es debido, en gran medida, a las prácticas intensivas de la agricultura industrial.

Pero, desde luego la solución no es crear una mosca del olivo transgénica. Hay otras soluciones. La agricultura ecológica trabaja con la naturaleza y no en su contra y nos enseña que también para controlar la mosca del olivo lo fundamental es incrementar la biodiversidad natural, no solo en las fincas, pero también en todo el entorno.

Por otro lado, otras prácticas como la poda y irrigación sostenible, la utilización de trampas específicas para estos insectos, la cosecha temprana para evitar daños en las aceitunas y, en última instancia, la utilización de productos de origen biológico o mineral de bajo impacto, ayudan a minimizar los daños provocados por el insecto. El control biológico es otra vía complementaria, pero hasta ahora las investigaciones no han tenido resultados satisfactorios.

El estado español es el primer productor mundial de aceite de oliva ecológico, con 170.000 hectáreas gestionadas sosteniblemente, lo que demuestra que otra agricultura es posible y viable. No es tan difícil reconvertirse a la agricultura ecológica como muchas veces lo pintan. Todas las personas, los primeros los agricultores y agricultoras, salimos beneficiadas con este tipo de producción.

Esta es la segunda vez que el proyecto de Oxitec es rechazado (ya lo fue en 2013) y esperamos que la empresa no siga insistiendo. Agricultores y agricultoras se merecen mejores soluciones. También el planeta, el resto de personas y otras especies que lo cohabitamos.

Fuente original de la noticia: Greenpeace

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